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Cuando lo sporty ya ha llegado a todos los estratos, los detalles hiperfemeninos que esta temporada los encontramos en las mangas dolly, nos hacen volver la mirada hacia un nuevo Romanticismo que solo acaba de comenzar
La película Letty Lynton (1932) de Clarence Brown no ha pasado la barrera del tiempo si no por un acierto indiscutible. El pomposo vestido diseñado por Adrian Adolph Greenberg para Joan Crawford del que especialmente ahora recordamos sus esplendorosas mangas adornadas con volantes. El vestuario en el cine nunca fue más resplandeciente como en la década de los treinta cuando las estrellas brillaron con modelos pensados para hacer soñar. Otro vestido que evidenció sobremanera las mangas fue el de la película Sadie McKee (1934) también con una espectacular Joan Crawford llevando un vestido de rallas tipo sirena con unas mangas de volantes de organza.
CLAVE:
Adecuándose a la época estival las mangas dolly se recuperan sutiles y vaporosas especialmente en vestidos tan femeninos como funcionales
Desde el punto de vista terrenal, las mangas de fantasía en cambio nunca fueron más evidentes que en los ochenta, dando el pistoletazo de salida la boda de Lady Di con su inolvidable vestido nupcial. Ahora, volver sobre estos detalles, después de varios años seducidos por lo sporty, no podía resultar más refrescante. Las mangas dolly proclaman la vuelta a una feminidad que está empezando a recuperarse sin recaer en excesos, y que esta próxima temporada primavera-verano 2016 se evidencia en una silueta menos austera en la forma y más límpida en el color privilegiando los blancos, nacarados y empolvados. Las glamurosas mangas dolly que nos revisitarán al menos las dos próximas temporadas, se imponen con fuerza en las pasarelas en estilismos prácticos y ligeros que evitan, a pesar de una evidente sensualidad que se recrea en los volúmenes, ser aparatosas.
En lo referente a la forma no importa tanto su hechura. Desde las mangas balón a las capa, pasando por las jamón o las farol, todas vienen a conformar una estética que apuesta por la fantasía en los detalles, pero que a pesar de ello, no limita el estilo a indumentarias estrictamente melosas. Las encontramos también en vestidos túnica que recuperan la funcionalidad de finales de los 70s y principios de los 80s en los que las mangas se evidenciaron incluso en modelos minimalistas.