Realistas de Madrid. La belleza de lo dormido 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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El Museo Thyssen muestra a los ‘Realistas de Madrid’ que comenzaron a trabajar en los años cincuenta, evidenciando que la capital española estaba sumida en un eterno letargo del que ahora despierta

Realistas de Madrid. Nacidos todos ellos en torno a la Guerra Civil Española. Entre 1928 y 1938. Isabel Quintanilla, Antonio López, Amalia Avia, María Moreno, Julio López, Francisco López y Esperanza Parada. Entre ellos, hay maridos y esposas. También hermanos. Amigos todos, al fin y al cabo, como en El Jarama  (1956), una obra realista de Sánchez Ferlosio que Guillermo Solana —director creativo y comisario de la muestra junto a María López Moreno, hija de Antonio López y María Moreno— menciona para explicar a este conjunto de artistas, extrayendo una cita del propio autor que define el movimiento Realista. “Un tiempo y un espacio acotados. Ver simplemente lo que sucede allí”. Ferlosio explicó así un movimiento que en el grupo madrileño de pintores y escultores, está confinado a una mirada intimista que se recrea especialmente en el espacio doméstico. Los baños, los comedores, las salas de costura. Y las ventanas, las puertas, los recintos de paso. En los exteriores también concurren. Pero estos siguen participando de una luz íntima. Todo es real, minucioso, preciso. Y ahora, además, con el paso del tiempo; nostálgico y necesariamente contemporáneo. Nada puede ser más contemporáneo que lo que permaneció dormido durante décadas, y se recupera liberado de prejuicios para entender un presente que busca una mirada objetiva  capaz de despojar de la verdad, los artificios vanguardistas que ahora sí, pertenecen y elucidan otra época. Aquí, una pipa, si la hubiera, seguiría siendo una pipa, pero vista con el paso de los años, vista con la sensación de que puede tocarse y olerse, vista con todas sus imperfecciones, es como si pudiésemos retrotraernos al pasado para explicar lo que es, no lo que fue.

En cambio, en el momento en que se pintaron estas obras, posiblemente no tuviesen el sentido contemporáneo que en estos momentos se le puede adjudicar, aunque este es un aspecto con el que no parece estar de acuerdo Guillermo Solana al afirmar que “las obras realistas de muy distintas épocas tienen en común una sensación de contemporáneo”. Entiendo que porque se inspiran en su presente más material e inmediato partiendo de hechos que se pueden tocar. Algo que siendo una obviedad, no deja de ser una apreciación objetiva que viene al caso. Independientemente de esto, lo que importa es el grado de concordancia con la coyuntura de hoy. Y no me cabe la menor duda de que en el momento actual, el Realismo, al menos, este Realismo de Madrid, a través de su lenguaje, su técnica y su observancia, adquiere otra dimensión que es capaz de explicar, abstrayéndose paradójicamente de explicaciones, el momento que nos toca por medio de un raciocinio, no desprovisto de cierta afectividad cromática, que se vuelve necesario. De hecho, vistas en su conjunto, las 87 piezas entre óleos, esculturas, relieves y dibujos que se muestran en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, y en el momento presente, son una extraordinaria proeza del arte moderno por su capacidad de evocar sensaciones recurriendo a lo cotidianidad del día a día, de la casa, de la labores olvidadas en la historia del arte. Una posible razón de que haya más mujeres que hombres. El director artístico del Thyssen recuerda una conversación que mantuvo con Antonio López en la que el artista le argumentó, “nosotros estábamos en un espacio al que las mujeres han estado confinadas durante mucho tiempo que es el espacio del hogar, del trabajo doméstico”. Quizás por eso, del poco reconocimiento que ha tenido el grupo en España, las mujeres, además, se han llevado la peor parte como es fácil constatar observando que por ejemplo el extraordinario trabajo de Isabel Quintanilla permanece prácticamente todo fuera del estado español en manos de coleccionistas que supieron ver que estos Realistas de Madrid, con el paso del tiempo, adquirirían el prestigio que les corresponde después de un letargo necesario.
 

El artista Antonio López delante de su obra El cuarto de baño, 1966 | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree