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El traje pantalón para mujer vuelve a estar de actualidad adaptando nuevos usos. Te adelantamos los nuevos apuntes de estilo para llevarlo con acierto
El traje sastre con pantalón y chaqueta lleva una carga simbólica tan pesada, que es difícil renunciar a ella por mucho que la moda trate de relativizar sus usos y reinterpretar su estilo clásico a nuevas necesidades. Es un símbolo de poder y profesionalización al cual el hombre como usufructario le ha derivado una atribución masculinamente mágica. Por eso, aunque durante los últimos años haya perdido parte de su rango porque implícitamente también denote cierto corporativismo, rigidez y conformismo, la mujer ha tenido que ganarse a pulso el derecho a vestirlo. Recordemos que hasta hace relativamente poco tiempo, en 1992, año en que las mujeres empezaron a tener mayor presencia en el senado de los EEUU, todavía entonces las senadoras estaban sometidas a un código de vestimenta completamente anacrónico que no les permitía, al menos teóricamente, el uso de pantalón. Ese mismo año la senadora Barbara Mikulski junto con Carol Moseley Braun _la primera senadora afroamericana_ se rebelaron contra las normas vistiendo pantalones. En una época en que además los armarios femeninos ya hacía tiempo que se habían comenzado a masculinizar, marcó la consolidación y posterior declive del uso de traje pantalón para la mujer.
Breve historia del traje pantalón para mujer
Fue en la década de los veinte del siglo pasado cuando un pequeño número de mujeres osaron llevar trajes pantalón adoptando un estilo masculino en su vestimenta que tenía claros referentes en la Primera Guerra Mundial, cuando la mano de obra masculina comenzó a escasear y la mujer tuvo que adoptar una vestimenta más apropiada y confortable para trabajar. Posteriormente Marlene Dietrich lo popularizó en la década de 1930. Pero hasta 1960 año en el que Courrèges primero, e Yves Saint-Laurent después, lo rescataron como icono de moda, no tuvo un uso uniforme que se consolidó en los ochenta de la mano de Giorgio Armani, que vistió a las mujeres para adecuarlas a puestos laborales de responsabilidad en los que comenzaba a imbuirse. Con el traje pantalón la mujer se beneficiaba también de las bonanzas atribuidas a la vestimenta más acorde para los negocios, confiriéndole una apariencia más agresiva que por otra parte precisaba para entrar en territorios hasta entonces puramente masculinos si quería el mismo reconocimiento o atención que sus colegas.
CLAVE:
El nuevo traje pantalón prácticamente se olvida de la camisa y adopta líneas relajadas que se complementan con zapatos sport para un aspecto más desinhibido
De vuelta a la actualidad el traje pantalón vuelve a hacer acto de presencia en un momento en que lo sobrio se alía con lo confortable y lo masculino con lo femenino. El resultado se presencia en maridajes en los que se pierde la rigidez asociada a los trajes sastre masculinos ya que se conserva la frescura de lo sport con una sensualidad desahogada.
