Nadie quiere la noche | El último reto romántico 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La aventura de Isabel Coixet en ‘Nadie quiere la noche’ está salpicada de una fotografía virtuosa y un vaivén que torna incrédulo en la hilatura de posibles imposibles

Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, antes de la I Guerra Mundial, la afición por descubrir el mundo y sus confines fue notorio entre las clases altas. Aun cuando no había forma de registrar tales hazañas en las redes sociales, para salir airoso en los encuentros sociales, parece ser que era preciso tener historias heroicas que relatar. Aunque también es posible que muchos aventureros y aventureras lo fueran precisamente para escapar de esa aplastante y aburrida vida social demasiado disciplinada, llena de intrigas, enredos y chismes. Al respecto hay algunas novelas y películas de época que retratan esa realidad sin adornarla demasiado como en la detallista y plácida La Edad de la Inocencia  de Scorsese. Por eso también sabemos que la sociedad americana era incluso más rigurosa en sus normas exportadas de Europa.

En Nadie quiere la noche  una Isabel Coixet imparable, ha querido adentrarse en uno de esos viajes que vistos en sus circunstancias resultan una auténtica Odisea teniendo en cuenta también la distancia en el tiempo. Un último reto romántico fechado en 1908 y emprendido por una mujer que intuye que está perdiendo a su marido explorador. Dispuesta a seguirlo hasta los confines del mundo, Juliette Binoche _ el personaje central _ emprende un viaje al Polo Norte sin ningún tipo de garantía en el que nos va descubriendo una historia que se arroja hacia un precipicio insoldable, escapándose por momentos de la realidad y que si se mantiene a flote, es porque la inversión en algunos planos impecables merecen toda la atención. El gran desafío aquí resulta aceptable porque los considerables esfuerzos lucen en la composición estética, aunque tanta osadía se quiebra por momentos porque algunas secuencias pierden credibilidad al exponerlas al límite de lo posible.
 

Tráiler de Nadie quiere la noche | StyleFeelFree Youtube