Kandinsky. Un itinerario, de lo íntimo a lo célebre, en Madrid 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Kandinsky llega a CentroCentro Cibeles con la exposición ‘Kandinsky. Una retrospectiva’ después de pasar por Italia y EEUU

Hay momentos reseñables en la tónica cultural de una ciudad. Estos suelen ir acompañados de grandes nombres. Kandinsky, como Picasso, Matisse o pongamos por ejemplo, Dalí —que también paseó triunfante por el Museo Reina Sofía hace 2 años—, son algunos de esos nombres que parecen necesitar las ciudades cada cierto tiempo para convertirlas en destino imprescindible. O eso, o la inauguración de un colosal Primark en plena Gran Vía, algo menos selecto pero igual de efectivo. El CentroCentro Cibeles no ha escapado a esta coyuntura hasta el momento. Adscrito a esta dinámica hoy presentó Kandinsky. Una retrospectiva al mismo tiempo que dio voz a su nuevo director de contenidos e infraestructuras de la empresa municipal Madrid Destino, Santiago Eraso, que argumentó que esta exposición es herencia del anterior equipo municipal y que desde ahora están tratando de «reorientar el sentido de este espacio central en Madrid» con el propósito de «rehacer ese mapa» que invite a hacer reflexiones que puedan ser propicias en «un lugar donde se puedan representar las políticas urbanísticas, la relación con la ciudad o las políticas que se lleven a cabo en Europa en torno a los grandes problemas, como lo son la ecología o la sociedad». Mientras tanto y a la espera de ver como evoluciona, Kandinsky. Kandinsky colosal en sus ideas en torno al color y la forma como medios para alcanzar un estadio espiritual, preceptos que le llevaron a liderar el grupo Der Blaue Reiter  (El jinete azul) como precursor de los cánones de la abstracción pura motivada por la introspección y sobre todo, por la necesidad de encontrar una verdad intrínseca e irrenunciable en el camino artístico.

Kandinsky, un trazado que transciende la plena obra

De lo personal a lo profesional. De lo abstracto a lo concreto. El recorrido que plantea CentroCentro Cibeles engloba alrededor de 100 pinturas, dibujos y fotografías de los fondos del Centro Pompidou para acercarnos a un Kandinsky íntimo que se refleja en un itinerario cronológico y lógicamente estructurado donde se pueden ver desde sus primeras composiciones paisajísticas a su último estadio en París. Comisariado por Angela Lampe, conservadora de las colecciones modernas del Centro Pompidou, es en su opinión algo único que nos permite «seguir la evolución de uno de los artistas más importantes del siglo XX y comprender como Kandinsky busca siempre algo más, nunca deja de ir hasta el fondo, nunca se para».

Un paseo englobado en cuatro secciones que hablan de cuatro localizaciones: Múnich, Rusia, Weimar [Bauhaus] y París. División esta que se plasma en ocho salas a lo largo de las cuales, además de su pintura podemos apreciar también un Kandinsky íntimo en los diaporamas que dejan intuir su lado más personal, algo que se ve reflejado en las diapositivas que nos adentran en el epicentro social de la Bauhaus o en su relación con su última mujer, Nina Andreievskaya, la que le acompañaría hasta el resto de sus días.

Desde el punto de vista artístico la muestra engloba su trayectoria desde sus inicios tardíos en Munich —decidió ser artista con treinta años y comenzó a formarse después de renunciar a una carrera como profesor en la facultad de Derecho de Moscú—, sus viajes que motivaron una etapa oriental influenciada por su estancia en Túnez, su etapa rusa con trasfondo político y las enormes influencias que Malévich, el constructivismo y las vanguardias rusas dejaron en su trabajo. Posteriormente, sus años en la Bauhaus como profesor dominados por un método más racional y marcados por el color negro; y finalmente, la luz de París, aunque nublada posteriormente por la ocupación nazi. De hecho, murió en la ciudad de la luz sin ver finalizada la guerra, pero a juzgar por la paleta cromática parisina esta fue su etapa más feliz. Así lo atestigua Angela Lampe al advertir que acomodado en su apartamento en Neuilly -sur-Seine, con vistas al Sena, se sintió pleno e inspirado por la dulce luz que podía disfrutar plenamente. Esta nueva realidad influenció su trabajo enormemente ya que se vería invadido de colores más suaves. Al mismo tiempo, en esta época, tuvo contacto directo con Joan Miró que le influiría en sus formas biomórficas. Constancia de ello lo vemos en Composición IX, (1936) o en el radiante Cielo azul  (1940), algunas de las piezas centrales de la selección junto a otras míticas como Improvisación V  (1911) que marcó el punto de inflexión entre la figuración y la abstracción, En el gris  (1919), Sobre blanco  (1923),  Amarillo, rojo, azul  (1925) o sus extraordinarias Pequeños mundos (1922), quizás no las más auténticas pero sí las más inspiradas composiciones de un trabajo en su conjunto complejo en el juego de cruzar haciendo sinestesias entre el color y la música, atendiendo a un proceder espiritual como dejó constancia en De lo espiritual en el arte  que marcó un antes y un después para dar sentido a una abstracción empática que motivó el expresionismo y que va directamente al alma aunque a veces chirríe. Los acordes cromáticos como el color de la música, no tienen por qué ser del gusto de todos por mucho que se trate de idolatrar a algunos artistas.
 

Obra: Composición IX, 1936 de Wassily Kandinsky | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree