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El artista Ignasi Aballí opera en el Museo Reina Sofía un discurso abierto, ‘sin principio, sin final’ [título de la exposición], resuelto por medio de ideas que obedecen a un método razonado que toma distancia con lo personal
Los movimientos artísticos determinados por estilos son numerosos. Hay que dedicarle tiempo al análisis de cada manifestación creativa para deducir sus lógicas, aunque a veces es suficiente con la intuición. Pero formas de abordar el arte y en general, cualquier proceso de trabajo, solo hay dos. Una, acercándose y exponiéndose. La otra, manteniendo las distancias para que obra e intimidad no se rocen. En Ignasi Aballí (Barcelona, 1958), que ahora muestra su antológica Sin principio / sin final en el Museo Reina Sofía, mantener la distancia es sustancial en su evolución artística. En este proceder, se nutre de ideas fijas que conforman sus obsesiones, siempre razonadas, aquellas que explican sus creaciones en paralelo a su vida personal, sin interferirse. La receta del «trabajo, opio único» que sentenció François Mauriac en El desierto del amor funciona bien como eje que media su producción artística, sin dejar paso a lo subjetivo. Ignasi Aballí lo explica reconociendo esa distancia y explicándola. «Es verdad que hay una distancia en casi todas las obras, en algunas incluso física. Viendo qué tipo de obras hay, se podría deducir que soy muy racional. Pero no lo soy, más bien al contrario, de ahí la importancia de la distancia».
Su producción obedece a un método y en el resultado es obvio. Clasifica y ordena. Ordena y envasa. El dinero (como en su obra Papel moneda para la que trituró billetes de euro), las hojas, el textil, los restos de la secadora, e incluso el polvo (de diez años en su estudio). Aparatos de medición, tipografías de plomo, listados, mapamundis, inventarios. Por colores. Por formas. Palabras que extrae de periódicos, de libros, de carteles. Que exhortan al que las ve a cuestionarse la misma exposición tratando a su vez de ordenarla. Porque nada aquí está establecido siguiendo una cronología ni un orden ya que Ignasi Aballí entiende el tiempo como un «loop ininterrumpido que fluye», que no es estático y que de hecho en «Sin principio, sin final» está condicionado también por la accesibilidad a la muestra que permite aproximarse a ella a través de cuatro entradas diferentes. Aunque esto es debido en parte a que, como argumenta Aballí, «la exposición no empieza ni acaba aquí sino que es como una parte de un flujo que ha empezado antes y que va a continuar». Por otra parte, en este continuar, razona otra de sus recurrentes temáticas, la reiteración de ciertas ideas que son las que le interesan. Para empezar, la idea ya argumentada del tiempo. Asimismo, la de la relación imagen-texto, la de la ausencia y la de la percepción. Ignasi reconoce que «realmente hay obsesiones, ideas que se repiten y que conforman nociones distintas. Pero, al final, en realidad estás hablando de tres cosas como máximo que se van repitiendo continuamente aunque con formatos y presentaciones distintas».
En su actuar, marcado por una visible obsesión, por el énfasis en un proceso que como reconoce puede llegar a abarcar más de una década al dictaminar que «hay trabajos que de hecho duran 15 años para completarse y para irse desarrollando», se establece cierta conexión con el artista japonés On Kawara. Pero a diferencia de este, Ignasi Aballí tiene una verdadera preocupación por los formatos. «On Kawara es uno de mis artistas de referencia porque me interesa mucho esa idea de establecer una metodología y mantenerse estricto a ese método. Pero mi obra es diferente, aunque tiene puntos en común, ya que me gusta cambiar de soportes y técnicas. Hay una variedad bastante amplia de materiales y además el material forma parte de la idea misma que quiero plantear». Y existe otra diferencia notoria entre ambos. Mientras las obras del japonés se perciben como si se tratasen de haikus silenciosos que hacen presagiar una naturaleza enfática absorbida por la acumulación, en Ignasi Aballí esta misma naturaleza poética, que se alimenta de la dialéctica del arte conceptual, tiene su componente subversivo y contestatario. Esto se puede ver claramente en algunas obras de reciente creación como Rótulos (2014) en la que cuestiona las reglas implícitas en las instituciones de arte. A través de una serie de carteles que ha ido fotografiando en otros espacios de exposición en los que ha tomado instantáneas que recogen mensajes como «no tocar» o que avisan al espectador de que está siendo grabado, lo que plantea es la idea de control sobre el espectador. Algo que le interesa como crítica al museo, igual que también, de forma sutil, se pueden extraer muchos otros mensajes contenidos en numerosas obras. Para ello, es necesario escrutar la obra de la misma forma que haría el artista, tratando de extraer cada uno de sus componentes, estudiarlo, ordenarlo y clasificarlo. El método, como mínimo, es liberador.
Espacio en la exposición sin principio, sin final de © Ignasi Aballí en el MNCARS | Foto: © StyleFeelFree
Obra: Blanco plata de © I. Aballí | Foto: © StyleFeelFree
Título: Ignasi Aballí. sin principio / sin final
Artista: Ignasi Aballí
Lugar: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Edificio Sabatini. Planta 3ª
Fechas: 28 de Octubre de 2015 – 14 de Marzo de 2016
Comisariado: João Fernandes
Actividades relacionadas: Encuentro con Ignasi Aballí en conversación con João Fernandes. 28 de Octubre a las 19h