Amama | Diálogo entre dos mundos 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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En ‘Amama’ pervive una mirada predispuesta al entendimiento entre dos mundos contrapuestos que tienen que convivir mientras evolucionan en consonancia con los tiempos

Lo rural identificado en Amama con el caserío vasco en contraposición a lo urbano. Las esperanzas de los padres, en contraposición a los sueños de los hijos. Los moldes tradicionales no ligados a lo cultural sino a un patriarcal involutivo, en contraposición a un social dinámico que moldea las estructuras obsoletas. Hay un diálogo entre dos mundos que opera incluso en la realización evidenciándose cierto lirismo que bebe de metáforas visuales que al mismo tiempo tratan de convivir con una narración clásica. En este punto quizás pierden ambos cierta pureza. Pero lo cierto es que el realizador vasco Asier Altuna ha encontrado un molde que parece diseñado para empatizar con todo tipo de público. En él conviven lo lírico con lo narrativo, la voz en off con los diálogos precisos, lo metafórico fácilmente identificable con un relato sencillo que avanza hacia un encuentro necesario entre tradición cultural y modernidad, entre generaciones, entre la música que alcanza su mayor punto álgido en un final avanzado y el silencio más elocuente encarnado en Amparo Badiola, uno de los hallazgos del reparto interpretando sólo con la mirada.

Para comenzar, la secuencia que abre el filme es muy poderosa tanto desde el punto de vista narrativo _ anticipando un misterio que no se adivina _ como desde el estético. La primera impresión hace pensar en un hacer lírico y sombrío como en la extraordinaria Mother and son (Madre e hijo) de Sokurov pero Amama ha preferido optar por una síntesis que engloba aparentemente muchas referencias, recuerdos, asociaciones, vivencias y sueños que no se acoplan a una estructura concreta pero si encuentran en esta amalgama un modo coherente y explícito de explicar como «el conocimiento heredado y transmitido por generaciones, es la sabiduría que nos conecta con nuestros antepasados»  afirma Altuna. Para ello su mayor fortaleza está en una fotografía muy nítida en la luz que se nutre de espacios naturales que recrean una atmósfera idílica, fría y exultante de belleza. Rodada íntegramente en euskera y con un equipo formado por profesionales vascos Amama parece haber encontrado en este proyecto una forma de sintetizar muchas inquietudes relacionadas con la identidad localizada en un territorio, pero extrapolable a muchas otras realidades que conviven en muchos otros territorios que pueden reconocerse fácilmente con todas estas polaridades. Una temática muy necesaria ya que implícitamente con ella se abren senderos de accesibilidad que pueden llevar a razonar sobre formas viables para conservar las culturas tradicionales en convivencia las unas con las otras y el progreso.