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Los cortes asimétricos, que nos muestra esta temporada la pasarela, rompen la silueta para estar en consonancia con el mundo imperfecto que pisamos
Sabido es que muchos estudios han encontrado que las personas con rostros simétricos son consideradas más atractivas. Incluso existe una investigación de la universidad de Edimburgo que vincula las asimetrías con la exposición a un estilo de vida poco saludable así como a experiencias desafortunadas en la infancia. Sin embargo, también sabemos que nadie puede obligarnos a ser felices o tener vivencias satisfactorias sólo porque los eslóganes publicitarios nos lo exijan. Vivimos realidades complejas en sistemas más injustos de lo que la magia de la industria del espectáculo nos quiere hacer creer. Así como los continentes y países muestran sus aristas geográficas, las personas nos aceptamos asimétricas. Así la moda para este Otoño-Invierno nos recuerda también que si nuestro mundo no es perfecto, la ropa que debemos de llevar tampoco.
CLAVE:
Especialmente en los bajos, las asimetrías dominan una temporada que se rebela visualmente incómoda a la par que confortable. Adóptala en faldas que combinen estratégicamente largos.
Las asimetrías imperan esta temporada generando volúmenes y siluetas rotas que se llevan bien con negros, grises y terrosos. Tonos neutros que casan bien con cortes asimétricos que nos hacen imaginar, ilusoriamente, que nuestra ropa es única, compleja, especial. Y pudiera serlo. Al menos las asimetrías son más dadas a juegos imposibles de reproducir. De hecho, cierto es que los estudios de patronaje que necesitan estas piezas para resultar armónicas contribuyen a realzar su valor potenciando un estilo que lejos de las clásicas confecciones sastre, a simple vista, seducen con un aspecto de cierto desaliño e improvisación.
Desde que el casual entrara con fuerza en todos los armarios, las asimetrías parecen avenirse bien con una forma de vestir que es reflejo de nuestro mundo. Pensándolo bien, si miramos a nuestro alrededor, las asimetrías están por todas partes. No somos perfectos, aceptémoslo. Y si acaso lo somos, lo somos en la imperfección. Son las asimetrías las que contribuyen a una perfección y singularidad que nos hace diferentes. La perfección, sin duda, es asimétrica. No nos esforcemos en ser iguales, sino irrepetibles.
