Josef Koudelka, apátrida de un lugar llamado mundo en Fundación Mapfre 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La Fundación Mapfre recoge el trabajo del fotógrafo checo Josef Koudelka en la exposición ‘Nacionalidad incierta’, una muestra que indaga en el concepto de apátrida

Josef Koudelka (1938, República Checa) a juzgar por la presentación ayer en Fundación Mapfre con motivo de la exposición fotográfica Nacionalidad incierta  en la Sala de Braganza sigue siendo el mismo loco de entonces que dijera Ian Berry, colega suyo de profesión. Llegó, saludó efusivamente a todos los presentes en castellano e hizo gala de un saber estar mundano, cercano y entrañable. Una forma de ser esta que no puede ser sino intrínseca a un modo de hacer extrapolable a los fotógrafos que sin ser propiamente fotoperiodistas, hurgan en la realidad para plasmarla desde un sentido artístico que denota libertad, frescura. Y eso sólo puede ser posible cuando algo importa. Cuando hay un valor sentimental en lo que se hace.

Somos lo que somos motivados por la historia de un aquí y ahora propios pero también comunes. Por eso lo que básicamente nos diferencia a unos de otros es la capacidad de reacción ante un ahora motivado por las emociones. La pasión de Josef Koudelka es permeable en sus fotografías. Él mismo enfatiza —al ser cuestionado sobre qué hay de improvisación y qué de reflexión en sus tomas— que «todas estas cuestiones no importan», que «las buenas fotos son sobre emociones». Y pone un ejemplo. Cuando se lanzó a la calle en plena invasión soviética en Praga para hacer lo que mejor sabía hacer, fotos. «Era mi país, había una invasión y no pensaba en otra cosa más que en hacer fotografías. Reaccioné ante las circunstancias». Esto fue en el 68. Hasta aquí ya llevaba algún tiempo fotografiando a gitanos, mezclándose con ellos, como si fuera uno más, en sus campamentos por distintas ciudades del Este de Europa, que dieron pie a una exposición de 27 copias de las que el artista pudo conservar 22 que a día de hoy se muestran en el recorrido que propone la Fundación Mapfre con el comisariado de Matthew Witkovsky y la colaboración del Art Institute de Chicago.

Para empezar este itinerario, las primeras capturas de Koudelka, las que tomó desde finales de los años cincuenta cuando abandonó una carrera como ingeniero aeronáutico por la libertad de fotografiar al aire libre, de viajar, de estar en contacto con el entorno, de experimentar. De aquí, a sus incursiones en el teatro donde reparó en la técnica confundiéndose entre los propios figurantes y captando imágenes que sugieren más sombras que luces. Todos estos años le sirvieron de escuela, se formó técnica y conceptualmente para lo que acontecería después de la invasión. Llegó el exilio. Veinte años sin poder volver a Chescoslovaquia. Dieciséis sin un lugar fijo. Fotografiando. ¿Cuál es mi sentimiento sobre el problema actual de los refugiados? «No os podéis imaginar cómo me identifico con estos refugiados. He pasado por toda esta mierda. La de noches que estuve a la intemperie en España y otros lugares. Por lo tanto no tengo que decir que estoy con ellos. Pero ya he hecho mi trabajo, tengo 78 años y ahora hay más gente con más fuerza y capacidad de la que tengo yo». Y sentencia, «si entonces supiera lo que sé ahora…» Pero la acción sin premeditación, la acción cuando la propia historia llama a la acción es la que hace posible que hoy podamos contemplar sus espléndidas series sobre esos apátridas entre los que un buen día se encontraba. Hasta hoy.
 

Josef Koudelka en la presentación a medios en Fundación Mapfre | Foto:Y.Yu para © StyleFeelFree

Obra: Polonia, 1958 de J. Koudelka | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree

Obra: Francia, 1974 de J. Koudelka | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree