Aprendiendo a conducir | Al volante de una vida 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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En ‘Aprendiendo a conducir’ Isabel Coixet apuesta por la atractiva píldora de las relaciones casuales entre opuestos complementarios

Nunca es tarde para aprender o para volver a empezar. Isabel Coixet con Aprendiendo a conducir nos lo recuerda. Una película amena, de dos opuestos bien avenidos, que se encuentran casualmente en Nueva York en un momento crucial en la vida de ambos. Wendy —Patricia Clarkon—, una escritora en la cincuentena, está pasando por una crisis emocional. Darwan —Sir Ben Kingsley—, taxista y profesor de autoescuela de origen indio, trata de sobrevivir en la gran manzana sin perder su arraigo a sus costumbres sikn y sus lazos familiares. Entre los dos, aparentemente, no hay nada en común, pero las clases de conducir que Darwan le da a Wendy acaban por descubrirles puntos de vista diferentes y enriquecedores para aprender a manejar el volante de sus propias vidas.

En realidad Aprendiendo a conducir bien podría ser una metáfora de la madurez necesaria para afrontar los cambios en la vida, independientemente de la edad a la que surjan. Siempre hay oportunidades para aprender. A veces, en los momentos más difíciles, es cuando la valentía de dar el primer paso hacia un nuevo conocimiento marca la diferencia entre quedarse estancando en un punto donde ya no hay flujo, o abrirse a una nueva experiencia que nos sorprenda otra forma de ver el mundo. Estas pesquisas se dilucidan claramente en el guión de Sarah Kernochan, bien planteado para mantener la expectación en la trama sin renunciar a la placidez de una película pensada para relajarse en modo off con unos personajes oportunamente caracterizados que nos invitan a implicarnos en sus circunstancias. Tal vez así podamos descubrir con ellos que en seguir aprendiendo está la clave. Aunque vengan curvas. Aprendiendo a conducir, bajo su luminoso envoltorio, se descubre como una película que avanza con el espectador para que este también formatee su disco si la ocasión lo requiere. Y como las ocasiones suelen llegar por las malas o de sorpresa, las pistas que nos señala no están de más. Es necesario seguir al volante.