Güeros | Viaje hacia ninguna parte 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La película Güeros, del mexicano Alonso Ruizpalacios, nos introduce en una road movie sin retorno que se vislumbra como un himno generacional marcado por el desencanto de los noventa

Huelga de estudiantes de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) de 1999. A partir de este acontecimiento, un estilo de vida asociado a la juventud estudiantil y sus estados de ánimo, caracterizados por ese nihilismo propio de los noventa, independientemente de los lugares donde tuviese lugar la acción. Aquí, en la película Güeros, de Alonso Ruizpalacios, la acción tiene lugar en México con sus peculiaridades, infraestructuras, modos culturales y sociales. Los hechos están además marcados por esa protesta estudiantil que surgió como consecuencia de la decisión, por parte de las autoridades, de comenzar a cobrar cuotas a los estudiantes, en una institución hasta entonces gratuita. Pero más allá de estos sucesos secundarios en la narración, pero trascendentes en el fondo, hay un carácter propio que define la época. Los noventa —aunque aquí tardíos, posiblemente por el ritmo asociado a América Latina— son reconocibles universalmente en los países más desarrollados por esa actitud de sus protagonistas y su búsqueda incesante de una respuesta, una confirmación, una revelación, aunque sea ficticia, que ordene la espiral infinita que parece engullir a los personajes en un viaje hacia ninguna parte.

El término güero  hace referencia a personas de rasgos con tonos claros —especialmente la piel, pero también el pelo y los ojos—. ¿Quiénes son los güeros entonces? Sombra (Tenoch Huerta), unos de los personajes principales, tiene el pelo y la piel oscura. El resto tampoco parece acoplarse demasiado bien al término. Quizás el hermano pequeño de Sombra, Tomás (Sebastián Aguirre), de 12 años. Es el eje de la historia a través de una presencia que empieza como inoportuna y acaba siendo esencial. Sombra tendrá que hacerse cargo de él, por intervención de su madre, que no se ve capaz de orientar su trayectoria desapacible, como la de muchos en esas edades inciertas. Tal vez tampoco sea importante identificar quienes son los güeros, la película, por otra parte, está rodada en blanco y negro, lo que propicia una identidad menos reconocible.

Posiblemente los güeros a los que hace alusión el título sean toda una generación. Posiblemente sean los otros, los inadaptados, esos mismos —los protagonistas— que viajan en coche como si fuera su única casa, buscando una explicación a esos vacíos que surgen de los recuerdos, notables a través de un escepticismo que sigue soñando por la esperanza de aferrarse a ideales sin bandera. Así como la que propicia la búsqueda de un cantautor que escuchan en un cassette, el único vínculo que les une, a Sombra y Tomás, con el padre ausente . El estilo amateur con el que fue rodada la película participa también de esa injerencia en la vida ajena, desde la intimidad retratada tal cual es. La crisis existencial que domina un argumento sin conclusiones sólo puede tener espacio sobre ruedas, avanzando sin avanzar, llegando al mismo punto de partida que también anticipó la generación beat y su libro de cabecera En el camino, de Jack Kerouac. Un camino que con la entrada en el siglo XXI parece expandirse imaginariamente más allá de los límites físicos. La libertad que añoramos fuera de esas fronteras imaginarias, pero reales, queda latente en esta road movie que avanza sin avanzar, sin llegar a ningún sitio. Sin duda, su mayor tino es el retrato de la incertidumbre, de la búsqueda de una respuesta que no encuentra lugar, ni palabras adecuadas. Precedida por una larga lista de premios en la Berlinale, Bombay, San Sebastián, Tribeca, Morelia, los Cabos, los premios Ariel, Fipresci y AFI, la película es la revelación de Alonso Ruizpalacios como un director capaz de narrar la ficción desde una perspectiva de documental que se lanza a una naturalidad que puede sentirse.