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Los jerséis de cuello cisne entran con fuerza también en el armario masculino, para suavizarlo un poco y otorgarle un plus de elegancia
Será por el boom vintage que hace unos años empezó a despuntar o será porque independientemente del auge por lo deportivo, mientras el armario femenino se masculiniza, el masculino, se feminiza. Pero lo cierto es que los cuellos altos en pullovers ceñidos, los que denominamos jerséis de cuello cisne —aunque los estadounidenses prefieren acuñárselo a la tortuga (turtleneck)— se imponen con fuerza en la indumentaria masculina —por supuesto también en la femenina pero hemos preferido avanzarlo en las tendencias para hombres porque aún es menos evidente en la calle—. Y sin embargo, en la pasarela, lo hemos visto hasta la saciedad. Aunque es más apropiado su uso como complemento al traje para citas formales o bajo la camisa para otras menos rigurosas, también es aceptable llevarlo sin más ornamentos.
Curiosamente es una prenda que no comenzó a utilizarse hasta finales del siglo XIX. Y fueron curtidos marineros, obreros y atletas los que la llevaron por practicidad. Evidentemente entonces no era símbolo de elegancia ni objeto de deseo que reivindicara un status. De hecho, no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando empezó a usarse con asiduidad por artistas e intelectuales. Nombres como James Dean y Mastroianni, toda una generación literaria, la beat, filósofos como Michel Foucault o Warhol entre otros, fueron de los primeros en apropiarse su uso, igual que antes lo hicieran muchas feministas como forma de cambiarle su atribución, propiamente masculina. Posteriormente ya como tendencia en los 60s y 70s se consolidó con figuras como Bob Dylan, Vladimir Ashkenazy o Carl Sagan reivindicando una nueva masculinidad más existencialista, cercana, igualitaria y absolutamente seductora.